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Mirar
hacia arriba a veces cuesta porque nos puede doler el cuello. Pero si poco a
poco vamos practicando, podremos descubrir un montón de historias que se
esconden detrás de cada atardecer o en medio de una tormenta con un cielo
cubierto de nubes lanzando rayos y truenos. También las noches despejadas nos
cuentan historias lejanas que nos traen las estrellas y la luna. Solo hace
parar pararse, mirar hacia arriba y observar.